domingo, 18 de septiembre de 2011

¡Reviva México!


Hoy me preguntaron: Este 15 de septiembre ¿Tú qué vas a festejar?
La verdad es que le di varias vueltas a la pregunta. Después de pensarlo un rato, me puse a leer algunas de las respuestas de los demás. Mi sorpresa, la mayoría eran irónicas o hacían alusión a cosas realmente malas. Me cuestioné ¿Es esto lo que somos? ¿Dónde está el lado bueno? ¿Perdimos la fe en México? Y mucho más importante ¿Hemos perdido la fe en nosotros mismos?
Me rehuso a pensar que somos ese México perdido; el país donde todo es malo, donde como muchos escribieron “vamos de mal en peor” y donde el crimen organizado ha ganado la batalla. Por el contrario, me gusta pensar que somos un país donde abundan los que día a día trabajamos por una mejor calidad de vida, los que impulsamos nuestras diferentes industrias comprando y promoviendo productos hechos en nuestro país, los que no violentamos el derecho ajeno y nos mantenemos en el margen de la ley. Llámenme tonto, ingenuo o soñador, pero ése es el México en el que yo vivo.
¿Cuántos de nosotros no conocemos a un alto directivo, un empresario o un político? Me pregunto qué tan enterados estamos de lo que hacen, qué tanto nos involucramos con sus causas, y mucho más importante, qué tanto los exhortamos a contribuir y realizar acciones que generen un impacto positivo en nuestra sociedad.
Ahora pregunto ¿Cuántos de nosotros recibimos a diario servicio de las clases más bajas? Desde un empleado doméstico, hasta la persona de intendencia en la oficina o el mesero en un restaurante. ¿Quién de nosotros está realmente comprometido con ellos? Quién realmente sabe quiénes son, qué piensan o qué necesitan. ¿Cómo nosotros contribuimos a que ellos gocen de una mejor calidad de vida?
En días pasados, un trend topic en Twitter era #estabamosmejorcuando seguido de un sin fin de estupideces; pues la única verdad es que estábamos mejor cuando nos quejábamos menos y trabajábamos más. Cuando la gente se daba la mano y pensaba en conjunto, no en absoluto. Y cuando teníamos fe no solo en este hermoso país, sino en nosotros mismos. Creo que es tiempo de dejar de ver la paja en el ojo ajeno y empezar a hacer un cambio desde adentro.
Con este post no pretendo ser un ejemplo. Si bien día a día trabajo en ser el México que quiero; hay muchos días en los que fallo. Lo que si pretendo es invitarlos a no dejar de intentarlo; a hacer conciencia y empezar a actuar por tener el país que queremos. Cada quien tiene algo que aportar, algo que cambiar y algo malo que dejar de hacer. En la medida en que dejemos de ser espectadores y nos convirtamos en agentes de cambio, estará el nivel de transformación que buscamos.
Hoy festejemos orgullosos de ser mexicanos, no dejemos que unos cuantos nos arrebaten lo que realmente somos; pero sobre todo, nos nos despojemos nosotros mismos del país en el que merecemos vivir.
Hoy y siempre. ¡Que viva México!

Great N.Y. Noodletown


No hay nada más neoyorquino que la comida china; así que si deseas vivir una experiencia culinaria increíble y por demás inesperada, debes visitar Great NY Noodletown en el bajo Manhattan.
Escondido en un pequeño local de la calle Bowery, se encuentra este peculiar lugar donde encontrarás todo tipo de platillo chino, desde ravioles y fideos hasta arroz frito preparado en todas las versiones posibles. Muchos podrán preguntarse que hace a este lugar tan especial y diferente los muchos otros que lo rodean; y la interrogante tiene más de una respuesta.
Para empezar, ofrece una variedad tan amplia de comida que se adapta hasta el grupo más ecléctico de comensales. En segundo lugar, el look cutre y un tanto sucio que caracteriza a Chinatow desaparece tan pronto uno entra al restaurante; si bien no es untrendy hotspot ni ofrece lujo alguno, es un sitio bastante acogedor y súper limpio. Pero sin duda, lo que convierte a Great NY Noodletown en un must when it comes to chinese food in NYC, son sus abundantes bowls de arroz al vapor con cordero, pollo, lechón o pato rostizado; una inigualable delicia.
Además para cerrar con broche de oro, los precios son tan bajos que pocos son los que se van sin probar por lo menos dos de los exquisitos platillos, que por menos de $10 USD se vuelven irresistibles. La próxima vez que visites Nueva York, este es un lugar que definitivamente no te puedes perder.
Más información
28 BoweryNew YorkNY 10013
at Bayard St.        
212-349-0923

New York’s most fashionable neighborhood


Lejos de su pasado como “la zona roja” de Nueva York; el Meatpacking District se ha convertido en una zona habitacional, turística y comercial con una personalidad extravagante y única en la ciudad. Calificado por The New York Magazine como el barrio más fashionable de Manhattan; este peculiar distrito ofrece un estilo de vida exclusivo para los más acaudalados trend-makers neoyorquinos.
La transformación del Meatpacking district comenzó a principios de los 90’s; y aunque ahora esta plagado de tiendas y boutiques de los más afamados diseñadores de moda, conserva el aspecto industrial que le imprime el sello característico hipster, movimiento que fungió como principal agente de cambio de esta zona.  
Uno de los lugares más emblemáticos, y un must al visitar el distrito de empacadores de carne, es el Chelsea Market. Ahí encontrarás en un mismo espacio tiendas gourmet especializadas en todo tipo de alimentos. Desde seafood hasta las más exóticas frutas, el Chelsea Market reúne exquisitos restaurantes, grocery shops y varias tiendas de conveniencia atestadas de curiosidades, de las cuales sin duda no saldrás con el estomago ni las manos vacías.  
A continuación algunas de las mas destacadas boutiques que se pueden encontrar en el Meatpacking DistrictChristian Louboutin, Diana von Fustenberg, Alexander McQueen, Stella McCartney, Crhistian Audigier, Charles Nola y Tory Burch entre muchas otras. También hay restaurantes mundialmente famosos como Buddha Bar y Pastis, conocido por su deliciosa cocina francesa; así como algunos de los más selectivos clubes nocturnos de la ciudad.
Si tu próximo viaje a Nueva York lo realizas en calidad de big-spender, el Meatpacking District es definitivamente un sitio que no te debes perder.

The Fashion of his Love


La exhibición Alexander McQueen: Savage Beauty, tal y como los organizadores de The Costume Institute la describen, es una merecida celebración a la extraordinaria e inigualable aportación de Lee McQueen al mundo de la moda. La exposición reunió poco más de cincuenta de los más significativos atuendos del ahora fallecido diseñador; atrayendo la mirada del mundo entero, aficionados a la moda o no, en uno de los ensambles más concurridos y aclamados en la historia del Metropolitan Museum of Art de Nueva York.
Savage Beauty hace un recorrido por los 19 prodigiosos años de carrera de McQueen, desde sus inicios en Givenchy Haute Couture, hasta la colección póstuma Angels and Demons; todo envuelto en un ambiente, si bien sobrio e incluso un tanto fúnebre, siempre fiel a la mente y sentimiento romántico que dio forma y cohesión al trabajo del diseñador a través de los años. Los encargados de ello fueron las mismas personas tras sus inolvidables fashion shows, Sam Gainsbury y Joseph Bennett, director creativo y diseñador de la producción respectivamente.
 Lee se describió a si mismo como un romántico esquizofrénico; y la muestra del Met nos hizo testigos de ello. McQueen llevó al límite ese romanticismo para retar lo establecido y re-inventar todo el proceso creativo envuelto en la confección de sus prendas. Ya fuera con un nacionalismo tintado de rojo o un naturalismo de extravagantes formas, entre muchos otros; el londinense pudo entregar en todas sus versiones y al mundo entero, la antítesis perfecta al racionalismo casi implícito en la moda.
Desde su primer colección Jack the Ripper Stalks His Victims, confeccionada al graduarse de Central Saint Martins, hasta sus últimos trabajos después de Plato’s Atlantis; se puede observar perfectamente como McQueen era un experto en la construcción y posterior deconstrucción de las siluetas clásicas, lo cual aunado a su astuto uso de los colores brillantes, las texturas y los estampados, fueron el sello característico de cada una de sus creaciones.
Es del asombro de muchos de los asistentes, descubrir los materiales tan inusuales que Lee utilizaba en sus prendas. Pelo de caballo, paletas esmaltadas, conchas de navaja y cristales de microscopio; son tan solo algunos de los componentes de sus vestidos. Tenerlos a centímetros de distancia permite al público apreciar la minuciosa fabricación y el detalle que requirieron, haciéndolos todavía más admirables. Igual de impactantes son todas las pelucas, tocados, zapatos y accesorios de los que siempre venían acompañados los atuendos de Alexander McQueen; exhibidos en un gabinete de curiosidades que alberga brutales y fascinantes piezas de Philip Treacy y Guido, entre muchos otros.
Sin lugar a dudas Savage Beauty resultó, a todos los que tuvimos la fortuna de verlo, un deleite visual del que emanaban tantas emociones que difícilmente se podría considerar solo ropa. Por el contrario, son consistentes y extraordinarias obras de arte; legado que permanecerá a través del tiempo como prueba irrefutable del formidable talento delenfant terrible de la moda, Alexander McQueen.

Las delicias de Williamsburg, Brooklyn


Un antiguo proverbio chino dice que “para dominar a un monstruo, hay que conocerle primero todas las caras”. La ciudad de Nueva York es sin lugar a dudas la reina de lo ecléctico en cuanto a grandes urbes se refiere; y sus bastas opciones gastronómicas son solo una de tantas pruebas de ello. Leí que un neoyorquino puede comer a diario en un establecimiento diferente sin repetir un solo lugar en toda la vida; sin embargo hay lugares tan especiales que son dignos de volver a visitar una y otra vez.
Si bien Manhattan nos ofrece el Nueva York que conocemos en películas, canciones, libros y series; los otros cuatro boroughs gozan de un atractivo similar al que pocos medios le hacen justicia. Brooklyn por ejemplo, comienza a hacerse más popular cada día; es por ello que hoy quiero recomendarles dos excelentes lugares donde tuve la fortuna de comer.
El primero se llama Diner y como su nombre lo indica, es un tradicional diner gringo pero en una versión evolucionada y mucho más alternativa. El menú fijo es por demás sencillo, consta de solo diez platillos tradicionales, y es complementado por seis opciones que cambian a diario (sopa, aperitivo, entrada, ensalada, plato fuerte y postre); creaciones del chef Sean Rembold que describe la cocina de Diner como americana fusión con un toque contemporáneo. Es un establecimiento pequeño, con tan solo 8 mesas y una barra, donde se puede beber tranquilamente uno de los 4 cócteles de la casa, una cerveza fría o una copa de vino mientras se escucha música de todos los géneros, proveniente de un viejo jukebox, al tiempo que se disfruta de la riquísima comida del lugar.
El segundo sitio se llama Roberta’s, y aunque en los mapas aparece listado como pizzería, de comida rápida no tiene nada. Por el contrario, el menú esta compuesto por finísimas interpretaciones de platillos tradicionales con un toque gourmet que hasta el paladar más exigente encontrará placentero. Las opciones que ofrece Roberta’s son mucho más amplias que en Diner, y no sólo hablo de la comida, sino también del ambiente y las bebidas, pues su amplio espacio lo hace idóneo para grupos grandes ya sea para disfrutar de una deliciosa cena o simplemente para echar un trago mientras se juega dardos, billar o se mira algún partido en las pantallas del lugar.
Ambos lugares ofrecen un ambiente casual y relajado donde se puede vivir al cien por ciento la original y alternativa vibra de Williamsburg, cuna del movimiento hipster; que de la mano de una excepcional atención del personal y exquisita comida, hacen de la visita a estos restaurantes una experiencia necesaria en la ciudad de Nueva York. 

Cock: más que una obra, un proyecto muy gallo


Si bien Cock de Mike Bartlett ya era una obra que gozaba de merecida popularidad en el extranjero; me preguntaba cuál sería su suerte en México, donde el título aunque atrevido, no tiene el mismo impacto y picardía que en su natal Inglaterra. ¿Estaría la gente interesada en verla? ¿Resultaría transgresora a nuestra sociedad moralista? ¿Cuál sería la reacción del público ante un tema que, aunque cada vez menos, aún es tabú?
Empezando por el núcleo de la obra, la historia; Cock tiene un guión que explora sutilmente aquella idea que Sigmund Freud compartiera con el mundo en 1920, como parte de su ensayo CXII, de que “nuestra libido oscila normalmente toda la vida entre el objeto masculino y femenino”, es decir que hay una bisexualidad dada como estado original del individuo. Esta idea, situada en un ambiente contemporáneo donde lejos de ser escandaloso como en los 20’s es objeto de la necesidad impuesta de darle nombre y clasificación a todo, funge como premisa aunque para nada como tema central.
La encrucijada en la que se ve inmerso Juan, protagonista de la puesta en escena, al encontrarse al mismo tiempo enamorado de un hombre y de una mujer, es solo el punto de partida para una irrisoria situación que desenmascara, desde mi punto de vista, uno de los más grandes problemas que enfrenta la sociedad actual, el miedo al cambio. Cuando siempre se nos ha dicho que las cosas son buenas o malas, blancas o negras, de una forma o de otra, es difícil imaginar que no lo sean; así nace un miedo que limita al hombre y le impide alcanzar la grandeza, confinándolo a lo ordinario. Para mí, ese es el bottom line de Cock.
Ya entrando de lleno a Cock en México; me sorprendió ver como la franqueza con la que está escrita la obra permite que la relación entre Juan y su novio parezca tan mundana que sin duda le resultó risible hasta al más conservador de los asistentes. La cotidianidad impresa en la pareja y en cada uno de los problemas que enfrenta, logra que no haya uno solo en el público a quien la situación le resulte ajena.
Los personajes, que van desde una mujer dispuesta a dejar todo por amor hasta un hombre que lo único que tiene de identidad es el nombre, son tan diferentes uno del otro que se complementan a la perfección. De la mano de un ingenioso uso de mobiliario y una excepcional disposición escenográfica, transportan al espectador a un sin fin de sitios físicos y emocionales en poco más de hora y media, justa duración para esta ligera y muy divertida comedia. Como era de esperar, Diego Luna, José María Yázpik, Ilse Salas y Javier Díaz Dueñas entregaron impecables actuaciones, las cuales lograron transmitir de forma integra la esencia de cada uno de los complicados y errantes personajes. 
La inteligente adaptación, diría yo mexicanización, e incluso la forma en como incluyeron en la obra las secuelas del accidente que limitara físicamente a Luna, son solo otra muestra del talento que hizo de esta breve, mas no inadvertida puesta en escena un total éxito. Dicen que para muestra un botón, y fue así como las preguntas que hacía al iniciar este post encontraron respuesta en el vigoroso aplauso de los asistentes; Cock concluyó muy bien recibida después de 100 representaciones.
Tras el anuncio del fin de la temporada y junto a muchas recomendaciones, dejé de lado la desidia y me lancé a la última función. Vaya que valió la pena, pues Cock no solo me dejó un grato sabor de boca con respecto a la producción en general; sino que además estoy seguro, despidió a varios en el público invitándolos a pensar una respuesta a la liosa pregunta ¿Más vale malo por conocido que bueno por conocer?